Dom Gueranger Año Litúrgico
viernes, 30 de septiembre de 2022
San Jerónimo, Presbítero y Doctor de la Iglesia
jueves, 29 de septiembre de 2022
Dedicación de San Miguel Arcángel
“Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha contra los principados, potestades, jefes de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos. Ven en auxilio de los hombres, que Dios hizo a imagen y semejanza suya y rescató a alto precio de la tiranía del demonio.
La Santa Iglesia te venera como custodio y patrón; Dios te confió las almas de los rescatados para colocarlas en la felicidad del cielo. Pide al Dios de la paz que aplaste al diablo debajo de nuestros pies para quitarle el poder de retener a los hombres cautivos y hacer daño a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones en la presencia del Altísimo para que lleguen cuanto antes las misericordias del Señor y para que el dragón, la antigua serpiente que se llama Diablo y Satanás, sea precipitado y encadenado en el infierno, y no seduzca ya jamás a las naciones. Amén.”
sábado, 24 de septiembre de 2022
Nuestra Señora de la Merced
jueves, 22 de septiembre de 2022
Dom Gueranger: Santo Tomás de Villanueva, Obispo y Confesor
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, OBISPO Y CONFESOR
TOMÁS Y LUTERO
Una prueba dolorosa conmovía a la gran familia de los agustinos en 1517: Lutero se salía de ella y lanzaba el grito de rebelión que repetirían durante siglos todos los apetitos desordenados. Pero la Orden ilustre que, sin saberlo, alimentó a este retoño dela serpiente, continuó siendo benemérita del Señor; para consuelo de los Institutos, cuya excelencia expone a los sujetos perjuros a las más graves caídas, el cielo iba a dar, sin tardar mucho, una muestra. Eran las primeras Vísperas de Todos los Santos; el heresiarca ponía en carteles en Wittenberg sus tesis famosas contra las Indulgencias y la autoridad del romano Pontífice; pues bien, antes de terminar el mes, el 25 de noviembre de ese mismo año de 1517, Salamanca veía a Tomás de Villanueva ofrecerse a Dios y ocupar entre los agustinos el lugar que había dejado vacante Lutero. En las revoluciones sociales, ante el fracaso de los trastornos del mundo, un Santo glorifica a la beatífica Trinidad más que podría perjudicarla todo el infierno.
VIDA
Tomás nació cerca de Villanueva en 1488. Sus padres, y sobre todo su madre, le formaron en la piedad y en la caridad para con los pobres. Desde muy niño, le gustaba practicar la caridad y, al morir su padre, contaba él ya 15 años, pidió a su madre que transformase en hospital la casa que era la parte de su herencia. Marchó a Alcalá para conseguir los grados de maestro en artes y licenciado en teología. En 1516 ingresaba en los agustinos de Salamanca y al año siguiente emitía sus votos. Encargado de comentar el Libro de las Sentencias a los estudiantes de su Orden, y de predicar en la corte, lo hizo tan bien, con tanto celo y éxito, que llegó a Prior y Provincial y el emperador le hizo nombrar obispo. Se negó por mucho tiempo, pero tuvo que ceder ante la amenaza de excomunión.
En 1544 era obispo de Valencia, pero en nada cambió la sencillez de su vestido, de su mesa y de su casa, prestó los más atentos cuidados a los pobres, reformó a su clero, escribió diversos tratados de ascética y de mística, en particular sobre los dones del Espíritu Santo y el Padrenuestro. Murió el 8 de septiembre de 1555 y fué enterrado en la iglesia de los agustinos.
ELOGIO
Tu justicia y tu nombre perdurarán siempre; pues repartiste, oh Tomás, con profusión los beneficios al pobre, y toda la asamblea de los santos publica tus limosnas. Enséñanos la misericordia para con nuestros hermanos, a fin de obtener nosotros, con la ayuda de tus ruegos, la misericordia de Dios.
Eres poderoso con la Reina de los cielos, cuyas alabanzas tanto te gustó predicar. Entraste en la patria el día de su Nacimiento. Haz que cada vez la conozcamos mejor, la amemos cada vez más.
PLEGARIA
Protege a España, de quien eres una de sus glorias, a tu Iglesia de Valencia y a la Orden en la que te precedieron por los caminos de la santidad Nicolás de Tolentino y Juan de Sahagún. Bendice, en tierras de Francia, a esas religiosas que heredaron tu caridad y cuyo ejército de casi tres siglos ya, nos hace bendecir el nombre de Santo Tomás de Villanueva y el de tu padre San Agustín. Haz que los predicadores de la divina palabra por todo el mundo se aprovechen de los monumentos, felizmente conservados, de una elocuencia que te convirtió en oráculo de los príncipes y en luz del pobre, y que hizo te proclamasen órgano del Espíritu Santo.
EL MISMO DIA
CONMEMORACION DE SAN MAURICIO Y SUS COMPAÑEROS MARTIRES
EN SIÓN, en Valais, en el lugar llamado Agauno, el día natal de los santos Mártires Mauricio, Exuperio, Cándido, Víctor, Inocente y Vidal, con sus compañeros de la legión Tebea, quienes, matados en odio a Cristo por orden de Maximiano, llenaron el mundo con la fama de su muerte. Dediquemos un recuerdo, con Roma, a estos valientes, cuyo patrocinio constituye la gloria de los ejércitos cristianos y de innumerables iglesias. “Emperador, somos soldados tuyos, decían; pero somos también servidores de Dios. Para El fueron nuestras primeras promesas; si las violamos, ¿qué confianza podéis tener en las otras”? No hay consigna o disciplina que prevalezca ante las promesas del bautismo. Cuando ante los príncipes se afirma al Dios de los ejércitos, el honor y la conciencia obligan a todo soldado a preferir la orden del Jefe a la de los subalternos.
ORACIÓN
“Suplicárnoste, oh Dios omnipotente, hagas que nos alegre la festiva solemnidad de tus santos mártires Mauricio y sus Compañeros: para que nos gloriemos del natalicio de aquellos en cuyos sufragios nos apoyamos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.”
miércoles, 21 de septiembre de 2022
San Mateo, Apóstol y Evangelista
Evangelista y mártir de la virginidad, vela por la porción escogida del Señor. Pero no olvides tampoco a ninguno de aquellos por cuyo medio nos enseñas que el Emmanue recibió el nombre de Salvador». Todos los rescatados te veneran y te rezan. Guíanos, por el camino que tenemos trazado gracias a ti en el admirable Sermón de la Montaña, a ese reino de los cielos, cuya mención repite continuamente tu pluma inspirada.
jueves, 15 de septiembre de 2022
Fiesta de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María
DOS FIESTAS DE NUESTRA SEÑORA: LA NATIVIDAD Y LOS SIETE DOLORES
A esta comunidad de sufrimientos entre el Hijo y la Madre, se la da el nombre de Condolencia. Condolencia es el eco fiel y la repercusión de la Pasión. Condolerse con alguno, es padecer con él, es sentir en el corazón, como si fuesen nuestras, sus penas, sus tristezas, sus dolores. De ese modo la Condolencia fué para la Santísima Virgen la participación perfecta en los dolores y en la Pasión de su Hijo y en las disposiciones que en su sacrificio le animaban.
Parecería que no debía haber padecido la Santísima Virgen, ya que fué concebida sin pecado y no conoció nunca el menor mal moral. El padecer tiene que ser un gran bien, porque Dios, que tanto ama a su Hijo, se le entregó como herencia; y como, después de su Hijo, a ninguna criatura ama Dios más que a la Santísima Virgen, quiso también darla a ella el dolor como el más rico presente. Además convenía que, por la unión que tenía con su Hijo, pasase Nuestra Señora, a semejanza de él, por la muerte y por el dolor. De alguna manera era eso necesario para que aprendiésemos nosotros, de uno y de otro, cómo debemos aceptar el dolor que Dios permite para nuestro mayor bien. María se ofreció libre y voluntariamente y unió su sacrificio y su obediencia al sacrificio y a la obediencia de Jesús, para así llevar con él todo el peso de la expiación que la justicia divina exigía. Hizo bastante más que compadecerse de todos los dolores de su Hijo; tomó parte realmente en la pasión con todo su ser, con su corazón y con su alma, con amor ferventísimo y con tranquilidad sencilla; padeció en su corazón todo lo que Jesús podía padecer en su carne, y hasta hay teólogos que opinaron que Nuestra Señora sintió en su cuerpo los mismos dolores que su Hijo en el suyo; podemos creer, en efecto, que María tuvo ese privilegio con el que fueron distinguidos algunos Santos.
SU MARTIRIO VIENE DE JESÚS
Mas para María el padecer no comenzó sólo en el Calvario. Su infancia certísimamente transcurrió tranquila y exenta de inquietudes. El dolor la llega con Jesús, "el niño molesto, como dice Bossuet; porque Jesús en cualquier sitio que se presenta , allí va con su cruz y con él van las espinas y a todos los que quiere bien los hace partícipes de ellas" (3). "La causa de los dolores de María, dice Monseñor Gay, es Jesús. Todo cuanto padece proviene de Jesús, a Jesús se refiere y Jesús lo motiva" (4). La solemnidad de hoy, que nos representa a María principalmente en el Calvario nos recuerda en este sumo dolor los dolores conocidos o desconocidos que llenaron la vida de la Santísima Virgen. Si la Iglesia se resolvió por el número siete, ello obedece a que este número expresa siempre la idea de totalidad y de universalidad, ya que en los Responsorios de Maitines nos recuerda de modo especial los siete dolores que la causaron la profecía del anciano Simeón, la huida a Egipto, la perdición de Jesús en Jerusalén, el verle cargado con la cruz, la crucifixión, el descendimiento y el entierro de su divino Hijo: dolores que la hicieron con toda verdad Reina de los mártires.
REINA DE LOS MÁRTIRES
Con este bello título, en efecto, la salud a la Iglesia en las Letanías: "Que haya sufrido de veras, dice San Pascasio Radberto, nos lo asegura Simeón al decir: Una espada tras pasará tu alma. De donde se infiere con evidencia que supera a todos los mártires. Los otros mártires padecieron por Cristo en su carne; con todo, no pudieron padecer en el alma, porque ésta es inmortal. Pero, como ella padeció en esta parte de sí misma que es impasible, porque su carne, si así se puede decir, padeció espiritualmente por la espada de la Pasión de Cristo, la Santísima Madre de Dios fué más que mártir. Porque amó más que nadie, por eso padeció más que nadie también, hasta tal punto que la violencia del dolor traspasó y dominó su alma en prueba de su inefable amor, porque sufrió en su alma, por eso fué más que mártir, y a que su amor, más fuerte que la muerte, hizo suya la muerte de Cristo" (5).
SU AMOR, CAUSA DE SU DOLOR
Y efectivamente, para entender la extensión y la intensidad del dolor de la Santísima Virgen, habría que comprender lo que fué su amor para con jesús. Este amor es muy distinto del amor de los de más santos y mártires. Cuando estos sufren por Cristo, su amor suaviza sus tormentos y a veces hasta se los hace olvidar. En María no ocurrió nada de eso: su amor aumenta su padecer: "La naturaleza y la gracia, dice Bossuet, concurren a l a vez para hacer en el corazón de María sentimiento más hondo. Nada existe tan fuerte ni tan impetuoso como el amor que la naturaleza da hacia un hijo y la graciada para un Dios. Estos dos amores son dos abismos, cuyo fondo no puede penetrarse, como tampoco comprenderse toda su extensión..." (6).
EL DOLOR Y LA ALEGRÍA DE MARÍA
Pero si el amor es causa del dolor en María, también es causa de gozo. María sufrió siempre con tranquilidad inalterable y con gran fortaleza de alma. Sabía mejor que San Pablo, que nada, ni la muerte siquiera, sería capaz de separarla del amor de su Hijo y su Dios. San Pío X escribía "que en la hora suprema, se vió a la Virgen de pie, junto a la cruz, embargada sin duda por; el horror del espectáculo, pero feliz y contenta de ver a su Hijo inmolarse por la salvación del género humano" (7). Y sobrepasando a San Pablo, nada en un mar de alegría en medio de su inconmensurable dolor. En Nuestra Señora, como en Jesucristo, salvas todas las diferencias, la alegría más honda va junta con el dolor más profundo que una criatura pueda soportar aquí, abajo. Ama a Dios y la voluntad divina más que a nadie de este mundo, y sabe que en el Calvario se cumple la divina voluntad; sabe que la muerte de su Hijo da a la justicia de Dios el precio que exige para la redención de los hombres, que desde ese momento la son confiados como hijos suyos y a los que amará y ya ama como amó a Jesús.
AGRADECIMIENTO A MARÍA
"Como todo el mundo es deudor de Dios Nuestro Señor, decía San Alberto Magno, así lo es de Nuestra Señora por razón de la parte que ella tuvo en la Redención" (8). Hoy reparamos mejor, oh María, en lo que has hecho por nosotros y lo que te debemos. Te quejaste de que "mirando a los hombres y buscando quien se acordase de tu dolor y se compadeciese de ti, encontraste poquísimos" (9).
No aumentaremos el número de tus hijos ingratos; por eso, nos unimos a la Iglesia para rememorar tus sufrimientos y decirte cuánta es nuestra gratitud.
Sabemos, oh Reina de los mártires, que una espada de dolor atravesó tu alma , y que 'únicamente el espíritu de vida y de toda consolación pudo sostenerte y darte ánimos cuando moría tu Hijo.
Y sobre todo sabemos que, si fuiste al Calvario, si toda tu vida, de igual modo que la de Jesús, fué un prolongado martirio, es que hubiste de desempeñar cerca de nuestro Redentor y en unión con él el papel que nuestra primera madre Eva había desempeñado cerca de Adán y juntamente con él en nuestra caída. Verdaderamente nos has rescatado con Jesús; con él y en dependencia de él nos has ganado de congruo, por cierta conveniencia, la gracia que El nos merecía de condigno, en justicia, por razón de su dignidad infinita. Por eso, te saludamos con amor y agradecimiento como "Reina nuestra, Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra". Y, porque sabemos que nuestra salvación está en tus manos, te consagramos nuestra vida entera, para que con tu dirección maternal y tu protección poderosa podamos ir a encontrarnos contigo en la gloria del Paraíso, donde, con tu Hijo, vives coronada y feliz para siempre. Así sea.
3. Panégyrique de saint Joseph, t. II, 137.
4. 41e Confer. aux méres cehretiennes, t. II, 199.
5. Carta sobre la Asunción, n. 14. P . L., 30, 138.
6. Sermón sobre la Asunción, t. III, 493.
7. Encíclica Ad diern illum, 2 de febrero de 1904.
8. Question super Missus, 150.
9. Santa Brígida, Revelaciones, 1. II, c. 24.