domingo, 31 de julio de 2022

Octavo Domingo después de Pentecostés

 




OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


EL OFICIO

Este Domingo era llamado en la Edad Media, el sexto y último Domingo después del natalicio de los Apóstoles, o fiesta de San Pedro, en los años en que la Pascua alcanzaba su último límite en Abril. Por el contrario, cuando la Pascua seguía inmediatamente al equinocio de primavera, era el primero de la serie dominical llamada de ese modo. 

Hemos visto que por razón de este mismo movimiento tan variable, transmitido a toda la última parte del ciclo litúrgico por la fecha de la Pascua, esta semana podía ser ya la segunda de la lectura de los libros Sapienciales, aunque con más frecuencia se deba continuar aún en ella la de los libros de los Reyes. En este último caso, lo que hoy llama la atención de la Santa Iglesia, es el antiguo templo levantado por Salomón para gloria de Dios; y. entonces los cantos de la Misa, como veremos, están en perfecta armonía con las lecturas del Oficio de la noche 


MISA

El Introito recuerda la gloria del antiguo templo y del monte santo. Pero mayor aún es la majestad de la Iglesia que, en este momento, lleva el Nombre y la alabanza del Altísimo hasta los confines de la tierra, mucho mejor de lo que lo había hecho aquel templo que era su figura. 


INTROITO

Hemos recibido, oh Dios tu misericordia en medio de tu templo: como tu nombre, oh Dios, así tu alabanza llega hasta el fin de la tierra, tu diestra está llena de justicia. — Salmo: Grande es el Señor, y muy laudable: en la ciudad de nuestro Dios, en su santo monte. V. Gloria al Padre.

 

De nosotros mismos somos incapaces, no sólo de toda obra buena, sino que ni siquiera se puede producir en nosotros un solo pensamiento del bien sobrenatural sin ayuda de la gracia. Pues bien, el medio más seguro para obtener una ayuda tan necesaria, es reconocer humildemente ante Dios, la necesidad absoluta que tenemos de El, como lo hace la Iglesia en la Colecta. 


COLECTA

Suplicárnoste, Señor, nos concedas propicio el espíritu de pensar y hacer siempre lo que es recto: para que, los que no podemos existir sin ti, podamos vivir conforme a ti. Por nuestro Señor, 


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos. (VIII, 12-17). 


Hermanos: No somos deudores de la carne, para que vivamos según la carne. Porque, si viviereis según la carne, moriréis: mas, si mortificareis con el espíritu las obras de la carne, viviréis. Porque, todos los que son movidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, para que viváis todavía en el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción de hijos, con el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos también herederos: herederos ciertamente de Dios, y coherederos de Cristo. 

San Ignacio de Loyola, Confesor

   





SAN IGNACIO DE LOYOLA,
CONFESOR

LUTERO

Aún cuando el ciclo del tiempo después de Pentecostés nos haya manifestado en numerosas ocasiones la solicitud con que el Espíritu Santo vela por la defensa de la Iglesia, vuelve a resplandecer en este día la enseñanza de una manera nueva. En el siglo XVI, una formidable acometida se había desencadenado contra la Iglesia. Satanás había escogido como jefe a un hombre, caído como él de las alturas del cielo. Lutero, solicitado desde su juventud por gracias de predilección propias de los perfectos, no supo, en un día de extravío, resistir al esplritu de rebeldía. Como Lucifer, que pretendía ser igual a Dios, encaróse con el Vicario del Altísimo sobre el monté del Testamento; pronto, rodando

de abismo en abismo, arrastró en pos de sí la tercera parte de los astros del cielo de la santa Iglesia. ¡Ley misteriosa y terrible, aquella que tan frecuentemente deja en las esferas del mal al hombre o al ángel caído el imperio que debía ejercer para el bien y para el amor! Mas la eterna sabiduría jamás queda frustrada; precisamente entonces, frente a la libertad pervertida del ángel o del hombre, implanta esta otra ley de sustitución misericordiosa de la que fué Miguel el primer beneficiado.


VOCACIÓN DE IGNACIO

La vocación de Ignacio a la santidad sigue paso a paso en su Desarrollo a la apostasía de Lutero. En la primavera del año 1521, Lutero, desafiando a todos los poderes, acababa de abandonar “Worms y de recluirse en Wartbourgo, cuando Ignacio recibía en Pamplona la herida que había de retirarle del mundo y encaminarle poco después a Manresa. Valeroso como sus nobles antepasados, se había sentido penetrado desde sus primeros años del ardor belicoso que se les vió mostrar sobre los campos de batalla de la tierra de España; mas la campaña contra el Moro ha tocado a su ñn precisamente en los días de su nacimiento. ¿Podrá creerse que para satisfacer sus caballerescos Instintos sólo tendrá porfías mezquinas?

El único y verdadero Rey digno de su grande alma se le revela en la prueba que detiene sus proyectos mundanos; una nueva milicia preséntase a su ambición; comienza otra cruzada. El año de 1522 contempla, desde los montes de Cataluña a los de Turingia, el desarrollo de la divina estrategia de la que únicamente los ángeles poseen todavía el secreto.


MONTSERRAT

Admirable campiña en donde diríase que el cielo se contenta con observar a los poderes del mal, dejándoles tomar la delantera y únicamente reservándose el derecho de hacer sobreabundar la gracia allá mismo donde pretende abundar la iniquidad. Así como el año precedente, tres semanas después de consumada la rebelión de Lutero, había tenido lugar el primer llamamiento de Ignacio; a tres semanas igualmente de distancia, he aquí que el infierno y el cielo exhiben sus elegidos bajo la diferente armadura que corresponde a los dos campos, cuyos jefes serán ambos. Diez meses de extrañas manifestaciones han preparado al lugarteniente de Satanás en el forzado retiro que él denominó “su Patmos”; y el 5 de Marzo, conculcando la orden de destierro, el tránsfuga del sacerdocio y del claustro abandona Wartbourgo transformado, bajo la coraza y el casco, en caballero espúreo. El 25 del mismo mes, en la noche gloriosa en que el Verbo tomó carne, el flamante soldado de las armas del reino católico, el descendiente de los Iñigo y de los Loyola, vestido de saco, insignia de la pobreza que revela sus nuevos proyectos, pasa en oración en Montserrat la noche velando las armas. Suspende del altar de María su bien templada espada y de allí se dirige a luchas desconocidas que le esperan en un combate sin conmiseración contra sí mismo.

lunes, 25 de julio de 2022

Santiago el Mayor, Apóstol

   





SANTIAGO EL MAYOR
APÓSTOL



UN ÍNTIMO AMIGO DEL SEÑOR

Santiago es uno de los doce. Se le llama el "Mayor" para distinguirle de Santiago, primo de Jesús. Era hermano de Juan el Evangelista, ambos hijos del Zebedeo. Sabemos cómo el Señor, en cierta ocasión, apodó a los dos hermanos "hijos del trueno", a causa de su temperamento ardiente y, sin duda, también porque un día le habían de pedir bajase fuego del cielo sobre una ciudad inhospitalaria.

Santiago pertenecía a una familia de pescadores del lago de Tiberiades que poseía barcas propias y criados. Los evangelios nos relatan detalladamente su vocación. Zebedeo, sus hijos y sus servidores, se disponían a reparar sus redes junto a la ribera del mar, cuando, pasando el Señor cerca de aquel lugar, llamó a sí a los dos hermanos. Inmediatamente ellos abandonaron todo para seguirle, dejando redes, barcas y a su propio padre. Esta gran generosidad nunca se desmentirá, y Jesús sentirá hacia Santiago y Juan el mismo afecto privilegiado que tuvo para con Pedro. Serán los tres íntimos confidentes de sus pensamientos, y sólo ellos asistirán a la resurrección de la hija de Jairo, a la Transfiguración y a la agonía del huerto de los olivos.

Después de Pentecostés, Santiago el Mayor predicó el Evangelio en Judea y Samaría. Mas su apostolado fué de corta duración, y mientras que su hermano Juan debía ser el último de los apóstoles en abandonar este mundo, él fué el primero de todos ellos en derramar su sangre por el Señor: Herodes Agripa I hízole decapitar. Clemente de Alejandría refiere que su constancia y su caridad convirtieron a su verdugo, que imploró su perdón mientras le arrastraban al suplicio. Santiago, conmovido, abrazóle diciendo: "¡La paz sea contigo!" Y el verdugo murió también decapitado, y mártir de Cristo.


LA MUERTE PRECIOSA

No pensemos que esta muerte prematura acaecida antes del año 44, pudo haber desconcertado el plan del Altísimo 6 sobre el apostolado al que tenía destinado a Santiago. La vida de los santos jamás queda a medias; su muerte, siempre preciosa ', lo es más aún cuando semeja adelantarse a su hora por la causa de Dios. Entonces es cuando puede decirse verdaderamente que les acompañan sus obras2, puesto que el honor de Dios exige que no falte nada a su plenitud: "Juzgarán a las naciones, dominarán los pueblos, y el Señor reinará por ellos eternamente", decía ya el Libro de la Sabiduría3. Este oráculo debía realizarse en el Apóstol que fué elegido para ser jefe de una cruzada y protector de una nación.


PATRONO DE ESPAÑA

Santiago es el Patrono y Protector de España (Es sabido que contra la venida de Santiago a España y sobre su sepulcro en Compostela se han levantado muchos escritores, extranjeros en casi su totalidad. No vamos a exponer aquí las razones en pro o en contra de los unos o de los otros, por no ser este su lugar propio. Hasta que de un modo palmario se demuestre que la tradición es insostenible, debemos dar crédito a la misma). A él se le invocó constantemente durante la época de la reconquista hasta obtener su liberación del yugo de los infieles. Al grito de ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Y cierra España!, los españoles durante ocho siglos hicieron guerra sin cuartel a los secuaces de Mahoma, inpidieron con su valor y su sangre que Europa fuera devorada por ellos, y, por fin, acabaron por arrojar a los musulmanes a Africa. Fué una cruzada larga y heroica, y llevada a cabo con sus solas fuerzas y cuyos frutos fueron más provechosos y duraderos que los obtenidos por las cruzadas más espectaculares cuyo teatro fué Oriente.

Esta lucha constante dió un temple especial a la fe de los españoles, de la que Dios habia de servirse para ser un muro contra Lutero y sus huestes en Europa, y sobre todo, para implantar la fe al Nuevo Mundo por ellos descubierto. En los Anales de la Propagación de la Fe y la Colonización no ha habido obra comparable a la realizada por España y sus Reyes en sus posesiones de América y Asia. Los descubridores como Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Alburquerque, y los grandes conquistadores como Hernán Cortés, Pizarro, Balboa, Valdivia, etc., se acordaron de celebrar al Santo Apóstol, y en honra y memoria suya impusieron su nombre bendito a muchos pueblos y ciudades por ellos descubiertos o conquistados.



ORACIÓN POR ESPAÑA
Patrón de España, no olvides a nuestro pueblo que te debe a la vez su nobleza en los cielos y su prosperidad en este mundo. Consérvale ese espíritu valiente de cruzado que ha conservado hasta estos últimos años en su lucha contra el comunismo; que siempre pueda gozarse de ser gobernado por hombres de Estado genuinamente católicos; que este pueblo tuyo siga siendo uno de los más sólidos pilares de la verdadera fe, el más intrépido defensor de la Santa Sede y de la Iglesia Católica.


ATRACTIVO DE SANTIAGO

Mas al mismo tiempo acuérdate, Santo Apóstol, del culto especial con que la Iglesia entera te honra. ¿Dónde están aquellos siglos, grandes por tu fuerza de expansión al exterior, que fueron superados con todo eso por el maravilloso poder de atraerlo todo a tique el Señor te habla comunicado? ¿Quién podrá contar la muchedumbre de Santos, reyes, penitentes, guerreros, desconocidos de toda condición, multitudes infinitas, sin cesar renovadas gravitando en torno de tu santuario, como bajo la influencia de esas leyes que regulan el orden del firmamento que se eleva por encima de nuestras cabezas, sino aquel que enumera los astros del cielo2? Inmenso ejército continuamente en marcha hacia ese campo de la estrella desde donde irradiaban sus fulgores a todo el mundo. ¿No es este el sentido de la misteriosa misión atribuida, en nuestras antiguas leyendas, al gran emperador por quien fué fundada la Europa cristiana cuando, en el atardecer de un día de labor, contemplaba desde las orillas del mar de Frisia esa larga zona estrellada que, atravensando el cielo de parte a parte semeja pasar por entre las Galias, Alemania e Italia para, desde allá, cruzando la Gascuña, País Vasco y Navarra, alcanzar las tierras de la lejana Galicia? Se narra que tú mismo te apareciste entonces a Carlos diciéndole: "Ese camino estrellado marca la ruta que se ofrece para rescatar mi sepulcro, y que después de ti seguirán todos los pueblos."


LOS DOS SEPULCROS

Mas cuando pasamos a considerar que fueron dos sepulcros, en extremos opuestos, los polos queridos por Dios de este movimiento del todo incomparable en la historia de las naciones, uno en el que el mismo Dios descansó como en lecho de muerte, y el otro, oh hijo del Zebedeo, el que conserva en Compostela tu memoria, ¿cómo no prorrumpiremos presas de admiración en la exclamación del Salmista: "¡Oh Dios, sumamente honrados han sido tus amigos!'". Ojalá que la inspiración de lo alto, cuyo retorno a las grandes peregrinaciones católicas es uno de los más felices augurios de nuestros tiempos, condujera de nuevo hacia Compostela a los hijos de los peregrinos de antaño. Nosotros, por nuestra parte, repetiremos con San Luis la colecta de tu fiesta, que con labios moribundos balbuceaba frente a Túnez: "Dígnate, Señor, ser el guardián y santiflcador de tu pueblo, para que, protegido con la asistencia de tu Santo Apóstol 'Santiago, te agrade con sus obras y te sirva fielmente".









Sea todo a la mayor gloria de Dios.


viernes, 22 de julio de 2022

Santa María Magdalena, Penitente

  






SANTA MARÍA MAGDALENA,
Penitente


Santa María Magdalena ha escogido la mejor parte. Es patrona y modelo de almas contemplativas. Los santos, los místicos, los pecadores tocados por la gracia, gustan leer las páginas del Evangelio que revelan su amor a Jesús y el amor de Jesús hacia ella. Entre los autores espirituales que han calado más hondo en el misterio de esta divina intimidad se distingue el piadoso y sabio cardenal Berulle. Entreguémosle hoy nuestro corazón y nuestro espíritu para unirlos a los suyos en esta elevación. 


ELEVACIÓN A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR SOBRE LA CONDUCTA 
DE SU ESPÍRITU Y DE SU GRACIA PARA CON SANTA MAGDALENA 


ELECCIÓN DIVINA

En tu morada sobre la tierra, oh Jesús, Señor mío, y en la dichosa vida que tuviste en el mundo por espacio de tres años, como Mesías de la Judea y como Salvador del mundo, obraste muchos milagros, concediste muchas gracias y elegiste muchas almas para atraerlas en pos de ti. Pero la elección más rara de tu amor, el más digno objeto de tus favores, la obra maestra de tus gracias, el mayor de tus milagros le obraste en ella. 


CONVERSIÓN DE LA MAGDALENA

Cuando caminabas por la tierra realizando tus obras maravillosas, oh Señor, miraste a muchas almas, pero tus más dulces miradas, oh sol de justicia, y tus rayos más poderosos fueron para esta alma. La sacaste de la muerte a la vida; de la vanidad a la verdad; de la creatura al Creador y de ella a ti mismo. Transportaste tu espíritu al suyo y en un momento derramaste en su corazón un torrente de lágrimas que caen a tus pies y los riegan, y hacen un baño saludable que lava santa y suavemente a esta alma pecadora que las derrama. La diste en un instante una gracia tan abundante que comienza donde las otras a penas acaban, de modo que, desde el primer paso de su conversión, se encuentra en la cumbre de la perfección, gozando de amor tan profundo que fue digna de recibir la alabanza de tu sagrada boca, cuando te dignaste defenderla de sus émulos y terminar su justificación con estas dulces palabras: "Amó mucho." 

He aquí los primeros homenajes rendidos a esos santos pies, y manantial de santidad desde que caminan sobre la tierra para la salvación del mundo y gloria del Padre. Y he aquí también las primeras gracias y favores emanados de esos divinos pies. Estos pies son sagrados y divinos, son suaves y adorables, son también divinos; y no obstante se emplearon, se fatigaron por los pecadores y serán un día taladrados para derramar la sangre que lavará al mundo. 

De estos sagrados pies mana ahora una fuente de gracia y pureza para esta alma privilegiada, una de las más principales en seguir y amar a Jesús. Y de este Corazón humillado, o mejor dicho, clavado a sus pies divinos, sale una fuente de agua viva que lava la pureza misma al lavar los pies de Jesús. Dos manantiales y admirables arroyos: una de estas fuentes sale de los pies de Jesús y corre hasta la Magdalena y la otra sale del corazón de la Magdalena y va hasta los pies de Jesús; dos fuentes vivas y celestiales, y celestiales en la tierra, porque la tierra es también un cielo, puesto que Jesús está en la tierra. Este corazón pues de Magdalena, impuro en otro tiempo, es ahora un corazón puro y celestial y de él sale agua viva adecuada para lavar a Jesús. Y por eso Jesús se complace en este bafio como en un baño que le es querido y delicioso, que enaltece a la Magdalena y reprocha al fariseo. 

sábado, 16 de julio de 2022

Conmemoración de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo

   


¡Oh Dios!, que ennobleciste a la Orden del Carmelo con el singular título de la beatísima Virgen María tu Madre: concédenos propicio que cuantos hoy celebramos solemnemente su conmemoración, fortalecidos con su valimiento merezcamos llegar a los goces sempiternos. (Oración Colecta de la Misa de la Fiesta)





CONMEMORACIÓN DE LA BIENAVENTURADA 
VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO


EL MONTE CARMELO

A los que han tenido la dicha de hacer la peregrinación a los Santos Lugares de Palestina, nunca se les borrará de la memoria su paso por el monte Carmelo. Esta montaña que domina desde 170 metros de altura a la ciudad de Caiffa y al Mediterráneo, es una de las más hermosas de toda Palestina. Es, sin duda, una de las más célebres y su paisaje encantador ha excitado el entusiasmo de Oriente, e inspirado numerosas comparaciones poéticas de la Sagrada Escritura. Cuando el Esposo del Cantar de los Cantares desea poner más de relieve la hermosura de su Esposa, no encuentra expresión más adecuada que comparar su cabeza con el monte Carmelo: "Caput tuum ut Carmelus." Cuando Isaías nos presenta el esplendor y gloria del futuro Mesías, le pinta coronado con la gloria del Líbano y revestido de todas las bellezas del Carmelo: "Gloria Libani data est ei, decor Carmeli et Saron." Y nos muestra la gran estima que debemos tener a este santo monte cuando dice que la justicia habitará en la soledad y la santidad tendrá su lugar sobre el Carmelo: "Habitabit in solitudine iudicium, et iustitia in Carmelo sedebit." Finalmente Dios mismo por boca de otro Profeta le colma de elogios, llamando al Carmelo, su tierra, su herencia: "Terram meam et hereditatem meam", y a Jerusalén le prometió: "En el día de mi amor, te saqué de Egipto a la tierra del Carmelo", como si este nombre encerrara en si todos los bienes con los que quería enriquecer a su pueblo, es decir a la Iglesia y a cada uno en particular.


LA MONTAÑA MARIANA

Lo que da más realce a este santo monte es, además de la morada de Elias y la victoria que alcanzó sobre los profetas de Baál, es la célebre visión que nos describe el primer libro de los reyes. Hacía tiempo que una gran sequía asolaba la tierra de Israel. Elias, conmovido por los sufrimientos de su pueblo, "subió a la cumbre del Carmelo y postrándose en tierra y poniendo el rostro entre las rodillas, dijo a su siervo: Sube y mira hacia el mar. Subió, miró y dijo: No se ve nada. Elias le dijo: Vuelve hacerlo siete veces. La séptima vez dijo el siervo: Veo una nubecilla como la palma de la mano de un hombre". Poco después el cielo se oscureció, se levantó fuerte vendaval y cayó agua en abundancia. Todos los exegetas y místicos ven en esta "nubecilla, nubécula parva", una imagen profética de la Virgen María, que por la encarnación dió la vida y fecundidad al mundo. El primer Responsorio de la fiesta de los Santos del Carmelo lo dice expresamente; "Elias oraba sobre la cumbre del Carmelo y en el símbolo de una nubecilla vió a la insigne Virgen. A los que Elias se revela así la amarán a causa de todas las maravillas que les manifestará esta visión." De hecho la Iglesia ha aprobado esta interpretación, añadiendo a los títulos gloriosos de la Santísima Virgen el de Nuestra Señora del Carmen y nos invita ella también a nosotros como el profeta con estas palabras: "Sube y mira."


LA ORDEN DEL CARMEN

La tradición de la Orden del Carmen sostiene que los solitarios que moraron en esta santa cumbre, aun antes del cristianismo, honraron con verdadero culto a la que debía engendrar al Mesías. Aseguran también que muchos recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés, teniendo después la dicha de gozar del trato y familiaridad con la Sma. Virgen. De esta entrevista se llevaron una veneración y amor tan particulares, que tuvieron la alegría de ser los primeros que edificaron una capilla en su honor, en el mismo lugar donde Elias la había visto en figura de una nubecilla.

Desde sus comienzos el Carmen vuelve sus ojos a la Sma. Virgen y el libro titulado "La Institución de los primeros monjes" nos muestra a través de inexactitudes históricas, a la Orden dominada por las grandes figuras que encarna su ideal, cada una según su rango: Elias y la Virgen María: Siendo María para ellos la plenitud deslumbradora de la vida contemplativa, el modelo del servicio perfecto debido al Señor y la entrega total a su voluntad.


EL ESCAPULARIO

A mediados del siglo XIII San Simón Estok, General de la Orden del Carmen, recibió de manos de la Santísima Virgen, el sagrado escapulario como testimonio de su amor y protección para todos aquellos que lo llevaran. Aseguró que "todo el que muriera con este hábito no caería en el fuego eterno". Un siglo después se apareció a Santiago de Euze, futuro Juan XXII, para anunciarle su próxima elevación al Sumo Pontificado mandándole publicar el privilegio de una pronta salida del purgatorio, que había obtenido de su Hijo, para los hijos del Carmen: "Yo, su Madre, le dice, por una gracia especial descenderé a ellos el sábado siguiente a su muerte, y a todos los que hallare en el purgatorio, los libraré y los llevaré a la vida eterna."

La autoridad de los Soberanos Pontífices, hicieron pronto asequibles estas gracias espirituales a los fieles con la institución de la cofradía del Santo Escapulario, al participar sus miembros de todos los méritos y privilegios de la Orden del Carmen. Hoy son pocos los verdaderos cristianos que no lleven este escapulario o la medalla llamada del "Monte Carmelo" y he aquí por qué la fiesta de hoy, no es sólo la de una ilustre familia religiosa, sino también de toda la Iglesia entera, puesto que toda ella es deudora a la Virgen del Carmen de innumerables beneficios y de una protección constante


LA NUBE MÍSTICA

Reina del Carmelo, recibe hoy los votos de la Iglesia terrestre. Fuiste la única esperanza del mundo cuando gemía en una angustiosa espera sin fin. Impotente para penetrar aún tus grandezas, quiso a pesar de eso, adornarte con los más preciosos símbolos bajo este mundo de figuras; el reconocimiento anticipado mezclado de admiración, sirvió para crearte como una aureola sobrehumana de todas perfecciones de belleza, de fuerza y gracia que sugiere la vista de los lugares tan encantadores, de campiñas en flor, de cumbres pobladas de árboles, de valles fértiles, de este Carmelo principalmente que significa jardín de Dios. En su cumbre nuestros padres, que sabían que la Sabiduría tiene su trono en la nube adelantaron sus ardientes deseos al signo salvador; y allí, debido a sus plegarias, se les dió lo que la Escritura llama ciencia perfecta y que designa como el conocimiento de los grandes caminos de las nubes. Y cuando Aquel que hace su carroza y su palacio de la oscuridad de la nube, se manifestó por ella en un recuerdo no lejano a la vista penetrante del Padre de los Profetas, se vió unirse a los más altos personajes de la humanidad en un grupo selecto en las soledades de la montaña bendita, como antiguamente Israel en el desierto, para observar los menores movimientos de la nube misteriosa', recibir de ella la única dirección en las veredas de esta vida, su única luz en la larga noche de esperas.

Oh María, que desde entonces presides las velas de los soldados de Cristo y nunca les has faltado un solo día desde que Dios descendió verdaderamente por ti, no sólo cubres la región de Judea sino a toda la tierra con una nube cargada de un sinnúmero de bendiciones. Los hijos de los profetas lo experimentaron cuando la tierra de los profetas se hizo infiel, y tuvieron que llevar un día a otros lugares sus costumbres y tradiciones; comprobaron que el rocío fecundador de la nube del Carmelo llegaría hasta Occidente, que su protección se dejaría sentir en todas partes. Esta fiesta, oh Madre divina, es el momento auténtico de su reconocimiento, acrecentado después con nuevas bendiciones, cuya munificencia acompañó a este otro éxodo de los últimos restos de Israel. Y nosotros los hijos de la vieja Europa con razón transmitimos el eco de su piadosa alegría; porque desde que las tiendas fueron levantadas alrededor de las colinas donde la nueva Sión fué edificada sobre Pedro, se ha esparcido por todas partes su lluvia llena de bendiciones, lanzando al abismo las llamas eternas, y apagando los ardores del lugar de la expiación.



PLEGARIA POR LA ORDEN DEL CARMEN
Oh Madre de la divina gracia, dígnate pagar a esta Orden la deuda de nuestro agradecimiento puesto que estamos unidos en el mutuo agradecimiento hacia ti. Protégela y consérvala en estos desgraciados tiempos. Que no sólo el viejo tronco mantenga la sabia escondida en sus profundas raices, sino que también las vetustas ramas vean gozosas el advenimiento de las nuevas que llevan en sí las flores y los frutos como los llevaron sus antecesores. Conserva en sus hijos el espíritu de soledad y contemplación que tuvieron sus padres a la sombra de la nube; haz que sus hijos sean también fieles a las tradiciones de sus predecesores en todos los lugares que el Espíritu Santo les ha esparcido para conjurar al huracán y atraer las bendiciones de la nube misteriosa. Ojalá los austeros perfumes de la montaña santa continúen purificando a su alrededor el aire corrompido por tantas miasmas; y por fin que el Carmelo ofrezca a su Esposo sus almas virginales, sus corazones puros, sus bellas flores que tiene la satisfacción de plantar en el jardín del Señor.










Sea todo a la mayor gloria de Dios.

viernes, 15 de julio de 2022

San Enrique, Emperador

   





SAN ENRIQUE, EMPERADOR


MISIÓN DEL EMPERADOR 

El Espíritu Santo que distribuye sus bienes como le place, llamaba a Germania a los más altos destinos, a esa Germania donde había hecho brillar su poder divino en la transformación de sus pueblos. Conquistada al cristianismo por San Bonifacio y sus sucesores, la extensa comarca que se extiende desde el Rhin hasta el Danubio había llegado a ser el baluarte de Occidente, en donde tantos años había sembrado la desolación y la ruina. Roma pagana, en el cénit de su poder, no pensó nunca someter a su dominio a las tribus feroces que allí habitaban, sino que se contentó con levantar entre su Imperio y ellas un muro de eterna separación; la Roma cristiana, en cambio, más señora del mundo que la pagana, colocó en estas regiones la sede misma del sacro Imperio Romano, vuelto a fundar por sus Pontífices. A este nuevo Imperio corresponderá defender los nuevos derechos de la Iglesia, protegerla de los nuevos bárbaros, conquistar para el Evangelio o aniquilar las hordas húngaras, eslavas, mongolas, tártaras y otomanas que sucesivamente vendrán a chocar contra sus fronteras. ¡Cuántos bienes habrían venido a Alemania, si hubiera siempre comprendido dónde se encontraba su verdadera gloria, y sobre todo si la fidelidad de sus príncipes al Vicario de Jesucristo hubiera estado al nivel de la fe de sus pueblos!


VOCACIÓN DE LOS PUEBLOS

Dios mantuvo espléndidamente los ofrecimientos que hizo a Germania. La fiesta de hoy señala el remate del período de gestación fecunda en que el Espíritu Santo, habiéndola como creado de nuevo en las aguas regeneradoras del bautismo, quiso llevarla al pleno desarrollo de la edad madura, propia de las naciones. El historiador debe especialmente ocuparse de estudiar la vida de los pueblos en este período de su formación verdaderamente creadora, si desea conocer lo que espera de ellos la Providencia. En efecto, cuando Dios hace una nueva creación, ya sea en el orden de la vocación sobrenatural de los hombres o de las sociedades, ya sea en el mismo orden de la naturaleza, deposita, desde su origen, el principio de vida más o menos perfecto que debe corresponderle: germen precioso con cuyo desarrollo, si no le pone impedimento, deberá llegar a conseguir su fln; con cuyo conocimiento, el que sabe observarle antes de toda desviación, llega a conocer con claridad el pensamiento divino en el momento crucial. Ahora bien el germen vital de las naciones cristianas es la santidad de sus orígenes; santidad de varias facetas y tan diversas para cada una de ellas, según sean los destinos decretados por la multiforme Sabiduría de Dios de la que deben ser instrumentos; santidad que con frecuencia descenderá del trono, y dotada por eso mismo, del carácter social que, por desgracia, gozarán también los crímenes de sus emperadores, por causa de ese mismo título de emperador que les hace ante Dios representantes de sus pueblos.


MISIÓN DE LAS REINAS

Hemos visto que, a semejanza de María constituida en canal de toda vida para el mundo por su maternidad divina, del mismo modo ha sido confiada a la mujer la misión de engendrar para Dios las familias de las naciones que serán objeto de sus más caros destinos; mientras los príncipes son considerados como fundadores exteriores de los imperios y gozan por sus gestas el primer plano en la historia, las reinas, con su vida oculta, pasada en oraciones y lágrimas, hacen fecundas sus obras, levantan sus miras por encima de la tierra y las alcanzan la duración.

El Espíritu Santo no teme prodigarse en la exaltación de la Madre de Dios; a las Clotildes y Radegundis, que en tiempos difíciles engendraron a los francos para la Iglesia, corresponden en diferentes cielos, pero siempre en honor de la Sma. Trinidad; las Isabelas en España, Portugal y Hungría, las Adelaidas y Cunegundas en Germania. En el caos del siglo x, del que debía salir Alemania, se cierne sin interrupción su dulce silueta, proyectando su luz en la noche de los tiempos sobre la Iglesia y sobre el mundo, más eficaz contra la anarquía que la espada de los Otones.


SAN ENRIQUE

Unase la tierra al cielo para celebrar hoy al hombre que dió, que llevó a cabo los designios de la Sabiduría eterna, en esta época de la historia; resume en sí todo el heroísmo y la santidad de la raza ilustre cuya principal gloria es el tenerla preparada durante todo un siglo para los hombres y para Dios. Fué grande ante los hombres que, durante un largo reinado, no se cansaron de admirar la bravura y actividad enérgica, gracias a los cuales, presente a la vez en todos los puntos del imperio, siempre victorioso, supo reprimir las revueltas del interior, contener a los eslavos en las fronteras del Norte, castigar las acometidas griegas en el mediodía de Italia; mientras que como político sagaz, ayudaba a Hungría a sacudir el yugo de la barbarie por el Cristianismo y tendía una mano amiga a Roberto el Piadoso, que quiso firmar un pacto eterno para dicha de los siglos venideros, entre el Imperio y la Primogénita de la Iglesia.

Enrique, esposo virgen de la virgen Cunegunda, fué grande además para Dios, que no tuvo nunca un representante más fiel sobre la tierra. A sus ojos el único Rey es Dios en Cristo; el móvil de los intereses de Cristo y de su Iglesia y su sola ambición el servir al Hombre-Dios lo más perfectamente posible. Comprendía que la verdadera nobleza, lo mismo que la salvación del mundo, se ocultaba en los claustros donde las almas selectas se cobijaban para huir de la ignominia universal y evitar tantas ruinas. Este pensamiento le condujo a Cluny, al día siguiente de su coronación imperial, para poner en manos de su abad, para su custodia, la bola de oro, imagen del mundo, cuya defensa se le habla confiado como soldado del Vicario de Dios. Lejos de querer dominar, no pensaba sino servir y permanecerá fiel hasta el fin en este ideal, como verdadero discípulo de Cristo.


VIDA 

Enrique vino al mundo hacia el año 973. Al cumplir los 22 años, fué elegido duque de Baviera, y en 1007 emperador de los romanos. Ocupó su vida en conquistar y mantenerse en paz a todo su inmenso imperio y en 1024 murió en Bamberg. Más que los acontecimientos políticos que caracterizan su reinado, debe hacerse resaltar la virtud de este emperador, que jamás se dejó llevar de sus propios intereses; su celo por ayudar a los papas en las asambleas sinodales o en la reforma de la Iglesia; su cuidado en la elección de obispos dignos de su ministerio; su caridad para los pobres y monasterios; sus admirables triunfos sobre naciones bárbaras, debidos más a la oración que a las armas. Su cuerpo fué sepultado en la catedral de Bamberga, construida por él, Dios le glorificó con numerosos milagros que movieron al Papa Eugenio III a cononizarle un siglo después. Su esposa, Santa Cunegunda, fué también elevada a los altares por Inocencio III.


ELOGIO

Por mí los reyes reinan y por mí los príncipes imperan(1). ¡Oh Enrique! comprendiste esta palabra bajada del cielo. En aquellos tiempos turbulentos supiste donde encontrar el consejo y la fuerza(2). Como Salomón, sólo deseaste la Sabiduría y como él experimentaste que con ella se alcanzan también las riquezas, la gloria y la magnificencia(3). Pero más afortunado que el hijo de David, no te dejaste desviar de la sabiduría viviente por estos dones inferiores, que, en los designios divinos, eran más la prueba de tu amor, que la manifestación del que Dios te tenía. Oh Enrique, la prueba fué decisiva: llegaste a la meta del buen camino, sin excluir de tu alma magnánima ninguna consecuencia de los preceptos divinos; satisfecho de haber elegido, al contrario de tantos otros, la áspera vereda que conduce al cielo, en compañía de los santos caminaste, por medio de los senderos de la justicia(4), siguiendo más de cerca a la divina Sabiduría.


PLEGARIA POR LA PAZ

Buscando en primer lugar para ti el reino de Dios y su justicia(5), estuviste lejos de defraudar a tu patria de origen y al pueblo que te había llamado a ser su guía. Nos regocijamos que a ti entre todos, deba Alemania la consolidación de su imperio que fué su gloria entre todos los pueblos, hasta que cayó en nuestros días para no volverse a levantar. Mira benigno desde el trono que ocupas en el cielo, a esta vasta región del Santo Imperio que te debe su desarrollo y al cual la herejía parece haberlo descompuesto para siempre. Ven, oh emperador de tiempos mejores, ven a combatir por la Iglesia; junta las fuerzas dispersas de la cristiandad al campo tradicional de los intereses comunes a toda nación católica; y que la alianza que tu profundo sentido político realizó en otro tiempo, traiga al mundo la tranquilidad, la paz, la prosperidad, que no le dará el inestable equilibrio con el que queda a merced de la fuerza.



Notas

1. Prov., VIII, 15-16.
2. Prov., VIII, 14.
3. Prov., VIII, 18.
4. Prov., VIII, 20.
5. Mat., VI, 20.






Sea todo a la mayor gloria de Dios.

jueves, 14 de julio de 2022

San Buenaventura, Confesor y Doctor de Iglesia

   





SAN BUENAVENTURA,
CONFESOR Y DOCTOR DE LA IGLESIA


TOMÁS Y BUENAVENTURA

La pintura ha ilustrado la célebre visión en la cual Nuestra Señora presentó a su Hijo a sus dos servidores Domingo y Francisco que tenían que devolverle la humanidad, víctima de profunda corrupción. También ilustró el encuentro de los dos santos echándose en los brazos el uno del otro y prometiéndose estar unidos en la acción apostólica que ambos inauguraban casi al mismo tiempo. Dos de sus hijos más insignes que deberían parecerse también por el resplandor de su doctrina, e ir juntos en la admiración y el agradecimiento de la Santa Iglesia: Tomás y Buenaventura, cuya obra intelectual tenía un solo fin, el de llevar a los hombres por la ciencia y el amor a esta vida eterna, que consiste en conocer al solo Dios verdadero y a Jesucristo que fue enviado (Juan, XVIII, 3). Los dos fueron esas lámparas encendidas (Juan, V, 35) que iluminaron su siglo y caldearon las almas. Pero quiso el Señor que sacase la Iglesia principalmente su luz de Santo Tomás y su caridad inflamada de San Buenaventura. En el curso de la Cuaresma celebramos ya al Doctor Angélico, hoy, en cambio, la Iglesia orienta nuestros corazones hacia el Doctor Seráfico para tributarle nuestra alabanza y nuestra oración y recibir la lección de su vida. 

EL ESTUDIANTE

Era muy joven aún, cuando al salir de sus primeros años de vida religiosa, fue enviado a la célebre Universidad de París, para estudiar en ella Teología. Entre aquella multitud de estudiantes, con frecuencia pendencieros, y ligeros, conservó su alma tan pura, tan sencilla y desasida, que su maestro Alejandro de Halés decía admirado: "Se diría que no pecó Adán en él." Alejandro de Halés, según expresión del Papa Alejandro IV parecía entonces que "encerraba en sí la fuente viva del paraíso, de donde el río de la ciencia de la salvación se desbordaba en rápidas olas a través de la tierra". 

EL DOCTOR

Bajo su dirección, Buenaventura hacía maravillosos prodigios en la ciencia y en la santidad. Estudia en primer lugar la Sagrada Escritura, copiando muchas veces de su propia mano los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento; resume y analiza a los Padres de la Iglesia y de tal modo ahonda en todas las ciencias sagradas que, a pesar de las leyes de la Universidad, a los 27 años se le llama a ocupar una cátedra. A la extrañeza que causó por su juventud, sucedió en seguida la admiración. Investido de la herencia de Alejandro de Halés, a quien se llamaba el "Doctor irreprochable, el Doctor de los Doctores", Buenaventura podía decir de la Sabiduría divina: "Ella me enseñó todo; me enseñó la justicia y las virtudes, las sutilezas del discurso y el nudo de los argumentos más fuertes" (Sap., VII, 21; 4; 7-8.). 

Tal es el objeto de los Comentarios sobre los cuatro libros de las Sentencias que nos han conservado las lecciones de Buenaventura en esta cátedra de la Sorbona, donde su palabra, amable, animada de un soplo divino, tenía cautivas a las inteligencias más nobles. El joven maestro respondía ya a su título predestinado de Doctor Seráfico, no viendo en la ciencia más que un medio de amar más, y repitiendo sin cesar que la luz que ilumina a la inteligencia resulta estéril y vana si no penetra en el corazón, donde únicamente descansa y se agasaja a la Sabiduría (Exp., in lib., Sap., VIII, 9, 16). Nos dice también San Antonino que toda verdad que percibía, se convertía en afectos, haciéndose por lo mismo oración y alabanza divina (Antonln, Chronic., p. III, tít., XXIV, cap. 8.). Su fin era, dice otro historiador, llegar al incendio del amor, abrasarse él mismo en el foco divino e inflamar después a los demás. Indiferente a las alabanzas, como a la fama, únicamente se preocupaba de ordenar sus costumbres y su vida; quería arder en primer lugar y no sólo lucir; ser fuego para de esa manera acercarse más a Dios, siendo más conforme al que es fuego; sin embargo, como al fuego acompaña siempre la luz, así fue él, a la vez una antorcha luciente en la casa de Dios; pero su título especial de alabanza consiste en que toda la luz que pudo reunir, la convirtió en alimento de su llama y de la caridad divina (H. Sedulius, Histo., Seraph). 

Supo a qué atenerse con respecto a esta dirección única de sus pensamientos cuando, al inaugurar su enseñanza pública, tuvo que tomar un partido sobre la cuestión que dividía a la Escuela en lo tocante al fin de la Teología: ciencia especulativa para unos y práctica a juicio de los otros, según llamaba la atención a cada parte el carácter teórico o moral de las nociones sobre que versa. Buenaventura buscando unir los dos sentimientos en el principio, que a su parecer era la ley única y universal, concluía que "la Teología es una ciencia afectiva, cuyo conocimiento procede por contemplación especulativa, pero tiende principalmente a hacernos buenos". La Sabiduría de la doctrina, en efecto, decía él, tiene que ser como lo indica su nombre (Ecle., VI; I Sentencias, 9, 3): sabrosa al alma. 

EL SANTO

Pero como lo advirtió más tarde el Papa Sixto V, no sólo sobresalía por la fuerza del raciocinio, por la facilidad de su enseñanza y la claridad de sus definiciones, sino que por encima de todo prevalecía por una virtud enteramente divina para mover a las almas. A la vez que iluminaba las inteligencias, predicaba a los corazones, y los conquistaba al amor de Dios. Sus mismos amigos se admiraban, y Santo Tomás preguntándole un día, en un arranque de admiración fraterna, en qué libro había podido beber esta ciencia sagrada, Buenaventura, mostrándole su crucifijo, respondió humildemente: "Esta es la fuente de donde yo saco todo lo que sé; estudio a Jesús y a Jesús crucificado." Este es el secreto de la composición de toda esta serie de admirables opúsculos, donde sin plan preconcebido, simplemente para satisfacer los deseos de sus discípulos o para desahogar su alma, vemos que Buenaventura trató de todo a la vez: de los primeros elementos de la ascesis y de los escritos más elevados de la vida mística, con una plenitud, una seguridad, una claridad, una fuerza divina de persuasión, que hacen decir al Soberano Pontífice Sixto IV que parece que el Espíritu Santo habla por él (Litt., Superna., caelestis). Escrito en la cumbre del Alverna, y como bajo la influencia más inmediata de los Serafines del cielo, el Itinerario del alma a Dios arrebataba de tal modo al canciller Gersón, que declaraba a "este opúsculo, o más bien, a esta obra inmensa, por encima de la alabanza de una boca mortal" (Gersón, Epist., cuid., Fratri Minori, Lugduni an. 142); el Santo hubiese querido que juntándole con el Breviloquium, maravilloso resumen de la ciencia sagrada, se impusiese como manual indispensable a los teólogos (Tract. de examinat., doctrinarum). Y es que en efecto, dice para la Orden Benedictina el Abad Tritemio, aquel que considera el espíritu de amor divino que se echa de ver en Buenaventura reconocerá con facilidad que está por encima de todos los doctores de su tiempo por la fuerza persuasiva de sus obras. Buenaventura sobrepasa este mayor y menor número, porque en él la ciencia origina la devoción y la devoción la ciencia. Si, pues, quieres ser sabio y piadoso, vive como él (De Scriptor., Eccl).

Pero, más que su persona, Buenaventura nos revelará con qué disposiciones conviene leerle para sacar fruto. Al comienzo de su Incendium amoris, donde enseña el triple camino que conduce a la verdadera sabiduría por la purificación, la iluminación y la unión, dice: "No ofrezco, este libro, a los filósofos, a los sabios del mundo, a los grandes teólogos embebidos en cuestiones interminables; sino a los sencillos, a los ignorantes que se preocupan más de amar a Dios que de saber. No discutiendo sino obrando, es como se aprende a amar. Creo que no comprenderán el contenido de este libro, esos hombres llenos de ideas propias, superiores en todas las ciencias pero inferiores en el amor de Cristo. Al menos que dejando a un lado la vana ostentación del saber se den con profundo renunciamiento en la oración y meditación, a hacer resplandecer en ellos la llama divina, que, calentando el corazón y disipando toda oscuridad, les guiará por encima de las cosas temporales al trono de la paz. Porque por lo mismo que saben más, son más aptos, o lo debían ser, para amar, si se desprecian a sí mismos y tienen la alegría de ser despreciados por otros (Incendium. amoris. Prologas)". 

MINISTRO GENERAL DE LOS FRAILES MENORES

San Buenaventura no debía permanecer mucho tiempo en la cátedra de la Sorbona. A los 35 años fue elegido Ministro general de los Frailes Menores. Obligado a abandonar la enseñanza de la escolástica, dejó la cátedra a un amigo joven, Fr. Tomás de Aquino, cuya ciencia y santidad iban a ilustrar a la universidad de París y a la Iglesia entera. 

San Francisco había muerto hacía 31 años. Había puesto las bases de su Orden. La savia seráfica había brotado de su corazón, pero su obra necesitaba ser organizada: esta fue la labor de San Buenaventura. Sin abandonar el espíritu de San Francisco, se propuso coordinar todas las energías y dar a la Orden su forma definitiva y las sabias y admirables Constituciones, que habían de ser el armazón de este admirable edificio. Le vemos recorrer todas las provincias de su Orden: está sucesivamente en París, en Narbona, en Pisa y después de estos viajes agotadores, se retira a una celda del monte Albernia, donde Francisco, recibió los sagrados estigmas. Escribe la vida de su seráfico Padre para imbuir a todos sus hijos de su espíritu. 

CARDENAL DE ALBANO

Por la profundidad de su ciencia, por la santidad de su vida, por la fuerza de su palabra puso la Iglesia sus miradas en él. Cuando en Perusa el Papa Clemente IV quiso nombrarle arzobispo de York, él se puso a sus pies y le suplicó que le apartara de esta dignidad. Mas tuvo que ceder a las instancias de San Gregorio X y acatar sus órdenes "que le nombraban cardenal y arzobispo de Albano y ordenaban reunirse con el Papa humilde y sumisamente, sin réplica ni tardanza". Los enviados del Papa portadores de este importante Mensaje, encontraron al santo ocupado en lavar la vajilla. Partió para preparar el Concilio que debía celebrarse en Lyon en 1274 y en esta ciudad, después de muchos trabajos y discursos, entregó su hermosa alma a Dios a los 53 años de edad, cuatro años después de la muerte de Santo Tomás. 

Vida

Juan Fidanza nació en 1221 en Bagnera, villa situada entre Viterbo y Orbieto. Enfermo de gravedad su madre, le llevó a San Francisco de Asís, que le tomó en sus brazos, le bendijo, le acarició, le sanó y se le devolvió, diciéndole: "Oh buena ventura". "Oh la buena ventura"; de aquí su nombre. A los 17 años entró en los Frailes Menores, donde su fervor enfureció al demonio que buscó ocasión para estrangularle. Enviado a la Sorbona muy pronto, para estudiar allí la Teología, recibió en el mismo lugar una cátedra a la edad de 27 años. A los 35 fue general de los Frailes Menores y promulgó las Constituciones en el Capítulo de Narbona en 1270. Creado Cardenal, recibió la consagración episcopal en noviembre de 1273 y durante el segundo Concilio Ecuménico de Lyon, falleció en esta villa el 14 de julio de 1274. 

Sus principales tratados espirituales son el "Breviloquium" dado a luz en 1256; el "Itinerario del alma a Dios" que es sin duda la más bella de las obras místicas del siglo XIII, la "Triple vía"; "el Arbol de la vida"; "las cinco fiestas del Niño Jesús" y finalmente "la Apología de los pobres."

PLEGARIA

Gozas de la gloria de tu Señor, oh Buenaventura (S. Mat., XXV, 21) y cuán grandes son ahora tus alegrías, puesto que conforme a tus enseñanzas "tanto se regocija uno en el cielo, cuanto amó a Dios en la tierra" (Buenaventura. De perfectione vitae, ad Zorores, VIII). Si como afirma el gran San Anselmo de quien tomaste esta idea, el amor se mide por el conocimiento, tú que fuiste príncipe de la ciencia teológica y a la vez Doctor del amor, muéstranos que toda luz, en el orden de la gracia y de la naturaleza, tiene como fin único llevarnos al amor. 

Doctor seráfico, condúcenos por las alturas sublimes, cuyos secretos, trabajos, hermosuras y peligros nos manifiestan cada línea de tus escritos. El hombre queda como enajenado cuando trata de escudriñar esta Sabiduría divina aunque no sea más que en sus lejanos reflejos; líbranos del error en que podríamos caer al tomar como fin el goce encontrado en algunos rayos perdidos, llegados hasta nosotros para sacarnos de los límites de la nada hasta ella. Porque estos rayos, que de suyo proceden de la eterna hermosura, separados de su centro, apartados de su fin, no serán más que ilusión, decepción, ocasión de ciencia huera o de engañosos placeres. Cuanto más elevada es la ciencia, cuanto más se aproxima a Dios como objeto de teoría especulativa, tanto más, en cierto sentido, hay que temer el extravío; si aparta al hombre en sus elevaciones hacia la Sabiduría poseída y gustada por ella sola, si le retiene en sus propios encantos, no temáis compararla a la vil seductora que suplanta en el afecto de un príncipe a la muy noble desposada que le espera (Illumlnationes, Eccl., II.). Y tal afrenta sea por parte de la esclava o de la dama de honor, ¿es menos hiriente y bochornosa para su augusta soberana? Por eso afirmas tú que "es peligroso el paso de la ciencia a la Sabiduría, si no se la junta a la santidad". Ayúdanos a franquear ese peligroso desfiladero; haz que toda ciencia sea para nosotros un medio de la santidad para llegar a mayor amor. 

Tus pensamientos, oh Buenaventura, están siempre penetrados de la luz divina. Tus seráficas predilecciones las conocemos bien por ser manifestadas en nuestros tiempos en los medios en que la contemplación divina es considerada aún como la mejor parte, como el fin indiscutible y único de todo conocimiento, a pesar de la fiebre de la acción a la que se encaminan todas las fuerzas vivas de este siglo. Protege a tus devotos. Defiende, como en otros tiempos a las órdenes religiosas, que ahora son combatidas en sus prerrogativas y en su vida. Que la orden franciscana crezca aún más en santidad y en número. Bendice sus trabajos tan laudablemente emprendidos para dar a conocer sus obras e historia. Por tercera y última vez atrae a Oriente a la unidad y a la paz. Que la Iglesia entera se abrase con tus fuegos, que el amor divino tan fuertemente alimentado por ti consuma de nuevo a la tierra.