LOS SIETE SANTOS FUNDADORES DE LA
ORDEN DE LOS SERVITAS DE LA SANTISIMA VIRGEN
LA PASIÓN Y LA COMPASIÓN
El cielo de la Iglesia se ha ensombrecido, todo nos anuncia ya el día en que el Emmanuel aparecerá en el estado en que le han puesto nuestros crímenes. ¡Belén llama muy pronto al Calvario! Al pie de la Cruz encontraremos a la Madre de la divina gracia; entonces María dará a luz, en medio de lágrimas, a los hermanos del recién nacido, cuyo nacimiento estuvo lleno de encantos. Del mismo modo que hemos gustado sus alegrías, sabremos llorar y sufrir con ella.
Tomemos como modelo a los santos, que celebramos hoy. Su vida se pasó en la contemplación en los dolores de Nuestra Señora; la orden que fundaron tiene por misión propagar el culto de sus dolores. Era aquel tiempo en que San Francisco de Asís acababa de enarbolar el lábaro del divino Crucificado sobre el mundo indiferente. En esta empresa de salvación Jesús, como el Viernes Santo, no se podía mostrar a la tierra sin María. Los Servitas completaron por su parte la obra del Patriarca de los menores; la humanidad desamparada recobró la confianza al meditar en la Pasión de su Hijo y en la compasión de la Madre.
Dos fiestas consagradas a celebrar los dolores de la Santísima Virgen, nos dirán cuál es el lugar que éstos ocupan en la economía de la Redención. Pero ahora unamos nuestra gratitud a la de la Iglesia para con esta piadosa familia de los Servitas; el mundo les debe el haber avanzado en el conocimiento y el amor de la Madre de Dios, hecha también madre nuestra, a costa de unos sufrimientos como los de ningún alumbramiento por doloroso que haya sido.
Vida
Desde 1183 poseía Florencia una cofradía en honor de Nuestra Señora, destinada a combatir el progreso de la herejía de los cataros. Hacia 1230 esta cofradía admitió siete miembros de la aristocracia. Estando en oración, el 15 de agosto de 1233 tuvieron la misma inspiración de abandonarlo todo para servir mejor a Dios y a nuestra Señora. Se retiraron a la soledad, decididos a no admitir a nadie en su compañía. El milagro de la vid que dió frutos en Cuaresma, les mostró que debían admitir discípulos. Las casas se multiplicaron rápidamente en Italia, Alemania y Francia y Benedicto XI aprobó el instituto en 1304. Dedicados a la contemplación de la Pasión de Cristo y de los sufrimientos de su Madre, los Servitas debían promover el culto de los Dolores de María.
Después de su jubileo sacerdotal, León XIII, canonizó a los siete Fundadores de Servitas, cuya fiesta se fijó el 12 de febrero.
LA VID DE NUESTRA SEÑORA
Como vosotros habéis hecho de los dolores de María vuestros propios dolores, ella os hace participar de sus alegrías eternas. Con todo eso, aquella vid, cuyos racimos maduraron antes de tiempo, presagiando vuestra fecundidad, exhala todavía sus perfumes en la morada de nuestro destierro. Los ñeles notan con gusto los frutos que produce cada día. O s retiráis a la soledad donde la Reina de los Santos pasó su vida mortal; pero en este siglo en que la gloria de María despeja todos los nublados, no puede haber una sombra que sustraiga por m á s tiempo a los Servitas del fulgor con que resplandece su Augusta Capitana. ¡Que tus beneficios te manifiesten más y más! No ceséis nunca de caldear el corazón de este mundo envejecido en la hoguera en que el vuestro encuentra la fortaleza y el amor que le hace triunfar del mal e inmolarse por Dios. ¡Corazón de María, cuya espada de dolor ha hecho resplandecer las llamas del amor, sed para nosotros modelo, refugio y consuelo, mientras esperamos la hora que pondrá fin a nuestros sufrimientos y nuetras lágrimas!
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario