SAN FAUSTINO Y SANTA JOVITA, MÁRTIRES
GLORIA DE LOS MÁRTIRES
Son dos hermanos que sufrieron el martirio al principio del siglo segundo de la era cristiana; su memoria, sin embargo de eso, se conserva todavía con honor. La gloria de los conquistadores y de los hombres de Estado pasa rápidamente y pronto se borran sus nombres de la memoria de los pueblos; se pregunta a los sabios si han existido, en qué época, cuáles han sido sus actos. Brescia, la capital de la Cenomania italiana, apenas se acuerda de los hombres que la gobernaron e ilustraron en el siglo II ; pero el recuerdo de estos ciudadanos suyos durará cuanto dure el mundo. Gloriñquémosles en estos días en que sus ejemplos nos hablan con tanta elocuencia de la fidelidad que el cristiano debe a Dios.
VIDA
Faustino y Jovita nacieron en Brescia. Fueron encarcelados en la persecución de Trajano, y se les condujo por todas las ciudades de Italia, principalmente por Milán y Roma, donde sufrieron los más grandes tormentos por la fe cristiana. Finalmente fueron decapitados en Brescia al principio del gobierno de Adriano.
Sus actas son obras de un escribano que vivió mucho tiempo después de su martirio (al fin del siglo VIII y principios del IX) y cuyo objeto era más bien el de edificar a los fieles con piadosas leyendas que el de hacer una obra histórica.
SÚPLICA
¡Mártires de Cristo!, cuando comparamos nuestras pruebas con las vuestras, nuestros combates con los que habéis tenido que sostener vosotros, ¡qué reconocidos debemos estar a Dios que ha mimado tanto nuestra debilidad! Nosotros que estamos tan prestos para violar la ley del Señor, tan tardos para levantarnos de nuestras caídas, tan flacos en la fe y en la caridad, ¿cómo soportaremos los tormentos que os ha sido necesario atravesar para alcanzar el descanso eterno? Pero, con todo eso estamos en camino para el mismo fln a donde vosotros ya habéis llegado. Nos espera también una corona y no pidamos renunciar a ella. Levantad vuestros ánimos ¡santos mártires!; armadnos contra el mundo y contra nuestras malas inclinaciones para que confesemos a Cristo no sólo con nuestra boca, sino también con nuestras obras y nuestros ejemplos y demos testimonio de que somos cristianos.
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
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