SAN JULIAN,
ARZOBISPO DE TOLEDO
Es San Julián el escritor más fecundo de la escuela toledana. Escribió su vida y obra literaria Félix, prelado también de Toledo. Nada nos dice de su familia, ni nos da la fecha de sü nacimiento. El Pacense le hace oriundo de estirpe judía, lo cual refuta doctamente el P. Flórez.
Fué bautizado en Toledo y educado e instruído en la escuela catedralicia bajo la dirección de San Eugenio III, según nos dice él mismo. Quiso hacerse religioso juntamente con Gudila su amigo de infancia; graves dificultades le hicieron desistir. A fines de 679 fué elegido Obispo de Toledo como sucesor de Quirico y consagrado al parecer el 29 de enero siguiente. Murió el 6 de marzo de 690, aunque la Iglesia toledana celebra su fiesta con solemnidad el 30 del mismo mes.
San Julián de temperamento ardiente, poseía una educación literaria esmerada. Por su ciencia destaca entre la jerarquía de su tiempo como astro de primera magnitud. "Fué, dice Tritemio, varón muy erudito en la Sagrada Escritura, suficientemente instruido en las doctrinas profanas, de estilo claro y escolástico."
Dentro del movimiento intelectual de la iglesia goda, iniciado por San Martín de Braga a fines del siglo iv y se acaba con la invasión de los árabes, es San Julián después de San Isidoro el personaje más destacado, aunque como escritor y en cuestiones doctrinales le supera. El gran Metropolitano de Toledo es filósofo, historiador, poeta, escriturario, sobre todo profundo teólogo que conoce admirablemente la tradición eclesiástica; gran sicólogo y con dotes admirables de gobierno. Va unido su nombre a los concilios de Toledo. Durante su obispado se celebraron cuatro, el XII, XIII, XIV y XV. De los múltiples episodios de la vida episcopal de San Julián se destaca uno que ha tenido resonancia universal. En noviembre de 680 se celebró en Constantinopla bajo la presidencia de los Legados Pontificios un Concilio universal para condenar el Monotelismo. El Papa León II envió sus Actas a los Padres españoles y varias cartas en las que les exhortaba a que reunidos en Concilio subscribiesen la definición del VI Concilio Ecuménico.
De estas cartas una iba dirigida a Quirico, predecesor de Julián en la sede de Toledo; pero cuando llegó la carta Quirico había muerto, sucediéndole San Julián quien debió considerarla como dirigida a sí pues en ella se habla de la persona del Metropolitano. Llegaron las cartas y documentos pontificios cuando acababa de ser disuelto el Concilio XIII de Toledo y San Julián en vista del crudo invierno, "nivium inmensitate", no juzgó oportuno reunir inmediatamente a los Padres. Con el fin de no retardar demasiado la respuesta compuso un Apologético y lo envió a Roma; en él aprobaba y suscribía la doctrina propuesta por el Papa, y también el parecer de la Iglesia española. Recibió el Apologético Benedicto II a quien parecieron ambiguas ciertas expresiones y se lo significó de palabra a los emisarios.
La censura de Roma no cayó bien a los Padres españoles sobre todo a San Julián quien redactó inmediatamente otro Apologético en que defiende las expresiones tildadas de oscuras; le aprobó el Concilio XV de Toledo. Tiene para con la Curia Romana frases molestas y hasta irreverentes. El Apologético se envió a Roma y contra todo lo que podía presumirse, el Primado de Toledo y los Padres españoles merecieron la aprobación del sucesor de San Pedro. Es interesantísimo y claro en la exposición de los novísimos y en cuantas materias desarrolla. Es por fin el brillante broche de oro que cierra el glorioso período visigodo.
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
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