domingo, 20 de marzo de 2022

Tercer Domingo de Cuaresma



TERCER DOMINGO DE CUARESMA


 LA CUARESMA TIEMPO DE REFLEXIÓN

La Santa Iglesia, que, en el primer domingo de Cuaresma nos ha propuesto la tentación de Jesucristo en el desierto para tema de nuestra meditación, con el fin de instruirnos a cerca de la naturaleza de nuestras propias tentaciones y del modo como debemos vencerlas, nos manda leer hoy un pasaje del evangelio de San Lucas, con cuya doctrina se propone completar nuestra instrucción, sobre el poder y artificios de nuestros enemigos invisibles. En el tiempo de Cuaresma el cristiano debe reparar el pasado y asegurar el porvenir; no podrá dar cuenta de lo primero, ni defender eficazmente lo segundo, si no tiene ideas claras sobre la naturaleza de los peligros en los que ha sucumbido y los que aún le amenazan. Los antiguos liturgistas han visto un rasgo de maternal sabiduría de la Iglesia, en la distinción con que propone hoy a hijos esta lectura, que centraliza las enseñanzas del día.


LA EXISTENCIA DEL DEMONIO

Ciertamente seríamos los más ciegos y desgraciados de los hombres, si, rodeados como estamos de enemigos que trabajan furiosamente por perdernos y muy superiores a nosotros en fuerza y destreza, no hubiéramos pensado a menudo en su existencia, e incluso habérnoslo jamás imaginado. Sin embargo numerosos cristianos de nuestros días viven en este estado. “¡Cómo han disminuído las verdades entre los hijos de los hombres!'” Este estado de indiferencia y olvido de un punto que las Sagradas Escrituras nos recuerdan en cada una de sus páginas es tan general que no es raro encontrar personas, para quienes la acción continua del demonio a nuestro rededor no es otra cosa sino una creencia gótica y popular que no tiene que ver nada con los dogmas de la religión. Todo lo que se cuenta en la historia de la Iglesia y vida de los Santos, para ellos es como si no existiera. Para ellos Satanás es una pura abstracción, en la que se ha personificado el mal.

¿Se trata de explicar el pecado en ellos o en los demás? Os hablan de la inclinación que tenemos al mal, del mal uso de nuestra libertad; y no quieren ver que la doctrina de la Iglesia nos revela que en nuestras prevaricaciones interviene un agente malvado, cuyo poder es igual al odio que nos tiene. No obstante eso saben que Satanás condujo a nuestros primeros padres al mal. Creen tuvo la osadía de tentar al Hijo de Dios encarnado, que le llevó por los aires hasta el pináculo del templo y desde allí a una encumbrada montaña. Leen también el Evangelio y creen que uno de los infelices posesos que libró el Señor estaba asediado por una legión entera de espíritus infernales como se vió al cumplir el permiso obtenido de posesionarse de una piara de puercos y la precipitaron al lago de Genesareth. Estos y otros mil hechos constituyen el objeto de su fe; y con todo lo que oyen decir a cerca de su existencia, de sus artificios, su destreza en reducir las almas les parece cuento. ¿Son cristianos o han perdido el juicio? No es fácil responder, sobre todo porque se les ve entregarse hoy día a consultas sacrilegas del demonio, con la ayuda de los medios tomados de los siglos del paganismo, sin recapacitar, ni mucho menos saber que cometen un crimen que Dios, en la antigua ley, castigaba con la muerte y que la legislación de todos los pueblos cristianos durante muchos siglos castigó también con pena de muerte.


LA POSESIÓN DIABÓLICA

Mas si hay algún tiempo del año en que los fieles deben meditar lo que la fe y experiencia nos enseñan a cerca de la existencia y artificios de los espíritus infernales, es ciertamente este tiempo en que estamos, durante el cual debemos reflexionar tanto sobre las causas de vuestros pecados, los peligros de nuestra alma, los medios para prevenirnos contra nuevas caídas y nuevos ataques. Escuchemos pues el Santo Evangelio. Primero nos enseña que el demonio se había apoderado de un hombre, y, a consecuencias de esta posesión, había quedado mudo. Jesús libra a este desgraciado y el haber recobrado el uso de la palabra demuestra que el enemigo ha sido arrojado. Así la posesión del demonio no sólo es un monumento de la misteriosa justicia de Dios; mas también puede producir efectos físicos en aquellos que son sus víctimas. La espulsión del espíritu maligno devuelve el uso de la lengua a aquel que gemía bajo sus garras. No insistimos ya más en la malicia de los enemigos del Salvador que quieren atribuir su poder en los demonios a la intervención de cualquier príncipe de la malicia infernal; sólo queremos probar el poder de los espíritus de las tinieblas sobre los cuerpos y combatir con el sagrado texto el racionalismo de algunos cristianos. Que aprendan a conocer el poder de nuestros adversarios y eviten no sean su presa, cegados por el orgullo de la razón.

Desde la promulgación del Evangelio, el poder de Satanás sobre los cuerpos ha sido, limita do mediante la virtud de la Cruz, en los países cristianos; pero recobra nueva extensión si la fe y las obras de piedad cristiana disminuyen. De ahí nacen todos esos odios diabólicos, que con diversos nombres más o menos científicos, se cometen primero a ocultas, después pasan en cierta medida a las personas honradas y llegan a trastornar a la sociedad si Dios y la Iglesia no interpusieran un dique. Cristianos de nuestros días, acordaos que habéis renunciado a Satanás y guardaos de que una ignorancia culpable os arrastre a la apostasía. No es a un ser de razón a quien habéis renunciado en las fuentes bautismales sino a un ser real, temible y de quien el mismo Jesucristo nos dice que fué homicida desde el principio


LA LUCHA CONTRA SATANÁS

Pero si debemos temer mucho el poder terrible que puede ejercer en nuestros cuerpos y evitar todo contacto con él en las prácticas que preside, y que son el culto a que aspira, también debemos temer su influencia en nuestras almas. Considerad cuánto le ha costado a la gracia divina arrojarle de vuestra alma. En estos días la Iglesia nos ofrece todos los medios para salir vencedores: el ayuno acompañado de la oración y la limosna. Tendréis paz y vuestro corazón, vuestros sentidos purificados, se transformarán en templos de Dios: Pero no vayáis a creer que ya habéis aniquilado a vuestro enemigo. Está irritado, la penitencia le ha expulsado de su dominio y ha jurado tantear todos los medios para apoderarse. Temed, pues, en la recaída en el pecado mortal y para fortificar en vosotros este temor saludable, meditad el contenido de las palabras de nuestro Evangelio.

El Salvador nos enseña que este espíritu inmundo, arrojado de un alma, anda vagando por los lugares áridos y desiertos. Le devora el verse humillado y siente de antemano las torturas de este inñerno que lleva con él por todas partes del que quisiera distraerse si pudiera, perdiendo a las almas que Jesucristo rescató. El Antiguo Testamento nos habla de los demonios reunidos y que andan vagando por lugares desiertos. Así el Arcángel San Rafael relegó a los desiertos del alto Egipto al espíritu infernal que había hecho perecer a los siete maridos de Sara. Mas no siempre el enemigo del hombre se resigna a vivir alejado de la presa que ambiciona. Le impulsa el odio como al principio del mundo y se dice: “ya es hora que vuelva a la casa de donde salí”. Pero no vendrá solo; quiere salir victorioso y para conseguirlo traerá, si es necesario, con él otros siete demonios peores aun que él. ¡Qué ataque prepara al alma si no está de sobreaviso y fortificada, si la paz que Dios le ha vuelto no es una paz firme! El enemigo explora la situación del lugar; con su habitual perspicacia examina los cambios que se han obrado en su ausencia.

¿Qué observa en esta alma con quien ha poco tenía amistad y su morada? Nuestro Señor nos lo dice: el demonio la encuentra indefensa, pronto a recibirle de nuevo; nada de resistencia. Parece que el alma ansiaba esta nueva visita. Entonces el enemigo, para asegurar más su conquista va a buscar refuerzos. El asalto está dado nada, se opone; y pronto en lugar de un huesped infernal, el alma recibe un tropel; “y añade el Salvador, el último estado de ese hombre es peor que el primero”. Comprendamos el consejo que nos da la Santa Madre Iglesia al darnos a leer este pasaje del Evangelio.

Por todas partes hay conversiones a Dios; muchas conciencias se van a reconciliar y el Señor los va a perdonar sin medida; pero, ¿perseverarán todos? Cuando el año próximo llegue de nuevo la Cuaresma y convoque a los cristianos a la penitencia, todos estos que en estos días se van a sentir arrancados del poder de Satanás mantendrán sus almas limpias y libres de su yugo? Una triste experiencia no permite a la Iglesia esperar tal consuelo. Muchos recaerán poco después de su rescate en los lazos del pecado. ¡Oh, si se apoderase de ellos la justicia de Dios en este estado! Sin embargo esta será la suerte de muchos, tal vez de un gran número. Temamos, pues las recaídas; y para asegurar nuestra perseverancia, sin la cual de nada nos sirvió el recuperar algunos días la gracia de Dios, vigilemos en adelante, oremos, defendamos la situación de nuestra alma, luchemos; y el enemigo desconcertado por la tenacidad irá a otra parte avergonzado y furioso.


EL DOMINGO DE LOS ESCRUTINIOS

Al tercer Domingo de Cuaresma se le llama Oculi por comenzar con esta palabra el Introito de la Misa. En la primitiva Iglesia se le denominaba Domingo de los Escrutinios, porque en este día se comenzaba el examen de los catecúmenos que debían admitirse al bautismo la noche de Pascua. Todos los fieles estaban invitados a presentarse en la Iglesia para informar de la vida y costumbres de estos aspirantes a la milicia cristiana. En Roma estos exámenes, a los que se daba el nombre de Escrutinios, se celebraban en siete sesiones a causa del gran número de aspirantes al bautismo; pero el escrutinio principal se celebraba el miércoles de la cuarta semana. Hablaremos de él más tarde.

El Sacramentarlo romano de S. Gelasio trae la fórmula de la convocación de los fieles a esta asamblea; está redactada en estos términos: “Carísimos hermanos, ya sabéis que se acerca el día del Escrutinio en que nuestros elegidos deben ser instruidos; debéis acudir pronto y con alegría tal día de esta semana, a la hora de sexta, con el fin de que estemos dispuestos con la gracia de Dios, a explicar, conforme a verdad, el misterio que franquea la puerta del reino de los cielos y arroja al demonio con todas sus pompas.” Esta invitación se repetía si era necesario, en los domingos siguientes. En el que hoy celebramos se procuraba admitir cierto número de candidatos, cuyos nombres se escribían en los Dípticos del altar, junto con los de sus padrinos y madrinas y se les recitaba en el Canon de la Misa,

La Estación tenía lugar y también hoy se celebra, en la basílica de San Lorenzo Extramuros. Con esto se pretendía actualizando el recuerdo del más célebre de los mártires de Roma, recordar a los catecúmenos los sacrificios que la fe que iban a abrazar podría tal vez exigirles.

Este domingo es célebre en la iglesia griega, por la solemne adoración de la cruz que precede a la semana llamada Mesomestime, es decir centro de los ayunos.


MISA

El catecúmeno admitido a la gracia del bautismo, el penitente que espera su próxima reconciliación manifiesta en el introito el ardor de sus deseos. Confiesan su desdicha con humildad, mas confían en Aquel que pronto desataría sus ligaduras.



INTROITO

Mis ojos miran siempre al Señor, porque El arrancará del lazo mis pies: mírame, y ten piedad de mí, porque estoy solo y soy pobre.— Salmo: A ti, Señor, elevo mi alma: en ti confío, Dios mío, no sea yo avergonzado. J. Gloria al Padre.


En el momento de presentar una batalla tan terrible al enemigo de los hombres, la Iglesia en la colecta, pide la asistencia del poder de Dios.


COLECTA

Suplicárnoste, oh Dios omnipotente, contemples los votos de los humildes, y extiendas la diestra de tu majestad para defensa nuestra. Por el Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Efesios.


Hermanos: Sed imitadores de Dios, como hijos carísimos: y caminad en el amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo a Dios por nosotros, como una oblación y una hostia suave y olorosa. Que no se nombre siquiera entre vosotros la forniñcación, ni ninguna inmundicia, ni la avaricia, como conviene a los santos: ni la torpeza, o las palabras estúpidas, o la chocarrería, que no venga al caso: antes reine siempre la acción de gracias. Sabed y comprended que ningún fornicador, o inmundo, o avaro, ni todo lo que sea servicio de los ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os seduzca con vanas palabras: porque por ellas vino la ira de Dios sobre -los hijos de la incredulidad. No os hagáis, pues, partícipes de su castigo. Porque en otro tiempo erais tinieblas; pero ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz. El fruto de la luz consiste en una bondad, en una justicia y en una verdad absolutas.


IMITAR A DIOS

El Apóstol al dirigirse a los fieles de Efeso, les recuerda que no ha mucho fueron tinieblas y ahora son luz del Señor. ¡Qué alegría para nuestros catecúmenos saber que les está reservada la misma suerte! Hasta ahora han vivido como paganos, mas ahora poseen las arras de la santidad mediante su admisión al Bautismo. Sometidos hasta el presente a los falsos dioses cuyo culto consistía en alimentar el vicio, oyen hoy que la Iglesia exhorta a sus hijos a imitar la santidad del Dios de los cristianos; y la gracia que les hará capaces de aspirar a reproducir en ellos las perfecciones divinas, está a punto de serles comunicada. Pero tendrán que luchar para mantenerse en este estado; contra dos enemigos tendrán que enfrentarse sobre todo: la impureza y la avaricia. Al primero de estos vicios no quiere el apóstol ni que se le nombre en adelante; y al segundo le desprecia comparándole al culto de los ídolos a quienes van a renunciar los elegidos. Tales son las enseñanzas que la Iglesia prodiga a sus futuros hijos; mas los que hemos sido santificados en los comienzos de nuestra vida, ¿hemos permanecido fieles a nuestro Bautismo? Fuimos luz; ¿por qué hoy somos tinieblas? ¿qué ha sucedido de las notas de la semejanza divina que se nos imprimieron en nuestra alma? Apresurémonos a hacerlas revivir, renunciando a Satanás y a sus ídolos y obremos de tal modo que la penitencia nos restablezca en este estado de luz, cuyo fruto consiste en toda clase de bondad, justicia y verdad.


El Gradual expresa los sentimientos del alma cercada de enemigos e implorando la ayuda del Señor que se apresura a socorrerla.

El Tracto está tomado del Salmo CXXII, canto de confianza y de humildad. La confesión sincera de nuestras culpas atrae siempre sobre nosotros la misericordia de Dios.


GRADUAL

Levántate, Señor, no prevalezca el hombre: sean juzgadas las gentes en tu presencia. J. Cuando el Señor ponga en fuga a mi enemigo, desfallecerán y perecerán ante tu vista.


TRACTO

A ti alzo mis ojos; a ti, que habitas en los cielos. J. Como los ojos de los siervos miran las manos de sus amos. J. Y como los ojos de la esclava miran las manos de su señora: así nuestros ojos miran al Señor, nuestro Dios, hasta que se compadezca de nosotros. Y. Ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Lucas.


En aquel tiempo estaba Jesús arrojando un demonio, y éste era mudo. Y, habiendo arrojado al demonio, habló el mudo, y se admiraron las turbas. Pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Beelzebub, príncipe de los demonios, echa El los demonios. Y otros, tentándole, le pedían un milagro del cielo. Pero El, cuando vió sus pensamientos, les dijo: todo reino, que esté dividido entre sí, será desolado, y una casa caerá sobre otra casa. Pues, si Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo subsistirá su reino? Porque vosotros decís que yo arrojo los demonios por virtud de Beelzebub. Mas, si yo arrojo los demonios en virtud de Beelzebub: ¿vuestros hijos por virtud de quién los expulsan? Por lo tanto, ellos mismos serán vuestros jueces. Ahora bien, si yo lanzo los demonios con el dedo de Dios, es que ha llegado ya a vosotros el reino de Dios. Cuando un fuerte armado guarda la puerta de su casa, está seguro todo cuanto posee. Pero, si viniere otro más fuerte que él, y le venciere, le quitará todas sus armas, en quienes confiaba, y repartirá sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí: y, el que no recoge conmigo, dispersa. Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por lugares sin agua, buscando descanso: y, no encontrándolo, dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y, cuando torna, la encuentra barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y, entrando, habitan allí, Y el fin de aquel hombre es peor que su principio. Y sucedió que, cuando decía estas cosas, alzando la voz una mujer de la turba, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó, y los pechos que mamaste. Pero El dijo: Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios, y la practican.


DEMONIOS MUDOS

El demonio del que libró Jesús al poseso de nuestro Evangelio dejó mudo a este hombre, y la salida fulminante, del espíritu de las tinieblas desató la lengua del paciente que maltrataba. Este hecho es imagen del pecador cautivo de su temible vencedor y reducido por él al mutismo. Si habla este pecador para confesar sus culpas, para pedir gracia, se verá libre. ¡Cuántos demonios mudos, diseminados por todas partes, impiden a los hombres hacer esta confesión salutífera que los salvaría! A pesar de eso, la Cuaresma pasa; transcurren los días de gracia; aprovechémonos de este tiempo favorable; si somos amigos de Dios, oremos insistentemente por los pecadores, para que hablen, se acusen de sus faltas y sean perdonados.


PODER DE LOS DEMONIOS

Escuchemos también lo que nos enseña el Salvador de nuestros enemigos invisibles. ¿Quién podría hacer frente a su poder, a su astucia, a sus medios nocivos, si Dios no nos ayudase, si no hubiese ángeles encargados de velar por nosotros y combatir también con nosotros? Sin embargo, por el pecado nos habíamos entregado al poder de esos espíritus inmundos y odiosos; habíamos preferido su imperio tiránico al yugo suave y ligero de nuestro compasivo Redentor. Ahora somos libres o lo vamos a ser pronto; agradezcámoselo a nuestro libertador; pero vigilemos para no recaer en las garras del poder de esos huéspedes infernales. Volverán y tratarán de violar la morada de nuestra alma santificada por el Cordero Pascual. Si estamos vigilantes y somos fieles, se retirarán avergonzados; mas si somos tibios y relajados, si perdemos de vista el valor de la gracia y las obligaciones que nos unen con el que nos salvó, nuestra pérdida será cierta y según la terrible palabra de Jesucristo: “la segunda situación será peor que la primera”.


ESTAR CON CRISTO

¿Queremos evitar tan gran mal? Meditemos estas otras palabras del Evangelio: “quien no está conmigo está contra mí”. Esta es la situación del que recae en las garras del demonio, que olvida todo lo que debe a su divino libertador, que no acude con sinceridad a Jesucristo cuando se le presentan ocasiones en que el deber exige al cristiano portarse con entereza. Se lisonjea, se disimula, se contemporiza y poco a poco se va debilitando la energía del alma; Dios da ya las gracias medidas, en un principio tan abundantes y acaba en una caída inminente: Caminemos con paso firme y seguro y acordémonos que el soldado de Jesucristo debe sentirse orgulloso de su Caudillo divino.


El Ofertorio celebra la dulzura de los consuelos que el alma rescatada del poder de Satanás gusta siguiendo los caminos del Pastor divino.


OFERTORIO

Las justicias del Señor son rectas, y alegran los corazones, y sus juicios son más dulces que la miel y el panal: por eso tu siervo los practica.


En la Secreta, la Iglesia manifiesta la confianza que le inspira el sacrificio que se va a ofrecer, cuyo poder purificante en el Calvario borró los pecados de los hombres.


SECRETA

Suplicárnoste, Señor, hagas que esta hostia purifique nuestros pecados y, para poder celebrar este Sacrificio, santifique los cuerpos y las almas de tus súbditos. Por el Señor.


La Iglesia, sirviéndose también de las palabras de David, expresa en la antífona de la comunión la felicidad del alma unida a Dios por el sacramento del Amor. De esta suerte serán llamados pronto a participar los Catecúmenos cuya admisión al Bautismo acaba de determinarse; también será la de los penitentes que hayan lavado con lágrimas los borrones de la vida pasada.


COMUNIÓN

El pájaro encontró casa y la tórtola nido, donde colocar sus polluelos: eso son tus altares, Señor de los ejércitos. Rey mío, y Dios mío: dichosos los que habitan en tu casa, pues te alabarán por los siglos de los siglos.


En la Poscomunión la Iglesia pide al Señor, en nombre de los misterios de que han participado, absuelva benignamente a los pecadores y los libre de los peligros eternos en que han tenido la desgracia de caer.


POSCOMUNIÓN

Suplicárnoste, Señor, libres benigno de todos los pecados y peligros a los que nos has hecho partícipes de tan gran Misterio. Por el Señor.


 


Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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