viernes, 8 de marzo de 2019

San Veremundo, Abad de Irache





SAN VEREMUNDO,
ABAD DE IRACHE


Nació el primer tercio del siglo XII en Navarra. Arellano y Villa-Tuerta se disputan el honor de haber mecido la cuna de S. Veremundo, educándole con esmero en las máximas cristianas sus piadosos padres. En Santa María de Irache donde era Abad ün tío suyo llamado Ñuño, de reconocida santidad, se recogió en sus años juveniles Veremundo y empezó a recorrer la carrera de la santidad a pasos agigantados hasta llegar a ser dechado de perfección para todos los monjes de la abadía, con inmensa satisfacción de su tío; al morir éste tuvo la inefable dicha de dejar en el monasterio a su santo sobrino previendo que algún día sería el padre y sostén del monasterio, como ocurrió efectivamente por elección unánime de todos los monjes.

Aumentó su escogida grey y en bienes temporales la abadía; se desprendía de su persona cierto aire de santidad que se dejaba ver en todas sus acciones. Libró "maravillosamente de la muerte a una muchedumbre de pobres hambrientos sin más recursos que la oración, sació su hambre sin manjar alguno. Ya de joven, asombró a su tío el Abad Ñuño con un prodigio. Como era muy caritativo, un día llevaba unos panecillos debajo del escapulario y el Abad le preguntó: ¿Qué llevas ahí? Unas astillas para calentar a un pobre, aludiendo, para no pasar por mentiroso, a lo que produce el alimento en el menesteroso; se convirtió el pan en astillas efectivamente por un prodigio extraordinario del que fué testigo el mismo Superior a quien dejó admirado y sorprendido. Era parco, pobrísimo para sí pero siempre espléndido para los pobres y para el culto divino. Era gran devoto de Jesucristo y de su Santísima Madre; a él se debe que en Irache se celebrase con gran solemnidad la fiesta de la Inmaculada el 8 de diciembre y de aquí se extendió a toda Navarra. Gobernó la Abadía durante 20 años y debilitado por los trabajos y mortificaciones más que por la edad murió el 8 de marzo de 1192, y los favores y milagros acabaron por exaltarle en 1583 y 1657 al honor de los altares.




Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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